Una mañana nos levantamos y las reuniones eran virtuales, dejamos de viajar por temas laborales, nos conectamos a eventos virtuales y adoptamos hábitos de vida que transformaron nuestras industrias. Fue un cambio drástico y empezamos a adoptar tecnologías y actividades diarias que creíamos que eran imposibles de lograr. En esos días, no nos dábamos cuenta de las oportunidades que teníamos con los datos y las métricas que tenemos en las plataformas digitales como activos intangibles, extremadamente valiosos, para las empresas.
Entre muchas ventajas y desventajas que cada uno ha experimentado durante este tiempo, hemos podido ver cómo los eventos virtuales han tenido el poder de reducir costos para las compañías, evitar tiempos de viaje e incluso han tenido la capacidad de romper fronteras. Sin embargo, poco se ha hablado del poder de los datos y las experiencias y estrategias post-evento que se pueden generar en la actualidad.
Las nuevas realidades virtuales nos han abierto la mente a entender que un evento no es sólo el momento de transmisión de una conferencia o el lanzamiento de un nuevo producto; el poder que tiene una empresa con una base de datos de asistentes al evento, los reportes en tiempos de conexión, la facilidad de medir la satisfacción del evento, entre muchas otras métricas que podemos obtener, son claves para la construcción de eventos estratégicos con el fin de cumplir un objetivo claro.
En la actualidad, un evento virtual nos habilita la posibilidad de medir numéricamente el retorno que hace una empresa sobre un evento y está permitiendo tener en cuenta variables cuantitativas que antes eran casi imposibles de medir. Cuando pensemos en un evento virtual de ahora en adelante, debemos pensar en la estrategia antes, durante y después del evento para que más que un evento, sea un canal para implementar acciones que nos ayuden a cumplir un objetivo específico y medible en el tiempo al beneficio de la compañía.